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Mariana Berardi: “Ser artista es una actividad profesional”

  • marianaberardiarte
  • 22 sept
  • 8 Min. de lectura
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Nacida en Buenos Aires en 1983 y radicada desde 2015 en Venado Tuerto, Santa Fe, Mariana Berardi combina su experiencia en escenografía y artes visuales con una formación que incluye estudios en París y numerosas clínicas y workshops nacionales e internacionales.


En su taller, la artista organiza cada detalle: desde la logística de pedidos y la atención personalizada a clientes hasta la gestión de costos y la comunicación de sus obras. Con acuarelas, acrílicos y pigmentos, Berardi transforma la observación de su entorno natural —los animales y la quietud del paisaje rural— en obras que dialogan con lo más auténtico de cada ser, demostrando que la profesionalización del taller es clave para que la creatividad fluya y el arte llegue a quienes lo valoran.


Las obras de arte tienen dos aspectos: el simbólico y el económico. ¿Cómo es el “detrás de escena” para que la venta de obras funcione?

La parte creativa —la búsqueda de una voz propia y la exploración de materiales— es tan esencial como la comercialización de las obras. Por más producción que exista, si no se muestra no se vende, y sin ventas la rueda financiera que permite seguir creando se detiene.

Desde el inicio tuve claro mi objetivo: el taller nació como un espacio para darle movimiento a mis manos y, al mismo tiempo, generar un sustento económico. Con el paso de los años fui conectándome cada vez más con la necesidad de encontrar mi propia voz, de transmitir lo que realmente tenía para decir. Tomé conciencia de esa transformación y de las posibilidades que podía abrirme.

Al mismo tiempo, entendí la importancia de darle un lugar central al aspecto del negocio: cuidar la relación con los clientes, mantener un trato cercano y responsable, y sostener un equilibrio entre la creación artística y la gestión profesional.


¿Cómo te organizás como artista para atender pedidos? 

Mi principal vidriera es Instagram, por donde recibo la mayoría de las consultas. Con el tiempo aprendí que el orden es fundamental para que todo funcione, y fui perfeccionando la dinámica del taller.

Hace ya tres años trabajo junto a una asistente que es mi mano derecha. Yo me dedico a la parte creativa y al vínculo cercano con cada cliente, mientras que ella se ocupa de que todo lo demás marche: logística, embalaje, cobros, facturación, enmarcados, seguimiento… un sinfín de tareas que también forman parte del día a día y que, al cuidar tanto los detalles, requieren mucho tiempo.

Además, contamos con la página web como otro canal de contacto. Nos aseguramos de que esté siempre actualizada y de subir las imágenes de las últimas obras disponibles, para que quienes se acerquen puedan ver en qué estamos trabajando.


Vender un cuadro no es como vender otro tipo de productos. Contanos algunas anécdotas sobre la venta de tus obras.

Me llevó un tiempo comprender que la decisión de comprar una obra de arte puede ser un proceso largo. El vínculo con el espectador —ese “enamoramiento”— suele darse en una muestra, navegando por la página web o a través de mis redes. Pero que alguien se conecte con una obra no significa que vaya a comprarla en ese mismo momento. A veces todavía no tienen el espacio donde colocarla, su casa está en construcción, es un proyecto a futuro, o simplemente no quieren hacer esa inversión en ese momento.

Ahí es donde entra nuestro trabajo: mantener una comunicación clara y cercana. Compartimos lo que pasa en el taller, mostramos el detrás de escena y también enviamos un newsletter a quienes lo desean, para seguir construyendo un lazo. De esa manera permanecemos en contacto con nuestra comunidad hasta que llegue el momento indicado para ellos.

Un ejemplo concreto: después de una muestra en Tandil, dos personas que habían visto mis obras se contactaron recién dos años más tarde. Lo que habían vivido en esa exposición quedó grabado en su memoria, y cuando llegó el momento, volvieron a mí para encargar una obra y ver qué piezas tenía disponibles.


¿Por qué es tan importante atender el aspecto económico y financiero como artista?

Ser artista es, al fin y al cabo, un trabajo como cualquier otro. La parte creativa, la búsqueda de una voz propia y el tiempo que requiere desarrollarla son fundamentales, pero sin una base financiera sólida es difícil que ese camino sea sustentable en el tiempo.

Pintar implica invertir en materiales de calidad, capacitaciones, talleres, proveedores y en todo lo que hace posible que la obra exista. Si no hay un ingreso ordenado y constante, sostener ese proceso se vuelve muy complejo. Por eso considero que cuidar el aspecto económico no es un detalle secundario: es lo que permite que la creatividad fluya, que el taller siga funcionando y que el arte pueda crecer como una actividad profesional y rentable a lo largo de los años.


Más allá de los materiales, ¿qué otros costos rodean la venta de obra?

Hay muchos aspectos que no siempre se ven cuando la obra ya está colgada, pero que forman parte del proceso. Están, por ejemplo, el packaging para el envío, el certificado de autenticidad, el enmarcado y hasta el espacio de guardado que se necesita en el taller para que todo esté listo al momento de entregar la obra.

A eso se suman otras inversiones que sostienen el día a día: iPad, computadora, impresora para la papelería del packaging, además de pinceles, espátulas, herramientas, tornillos y engrampadoras. También atriles, un trípode y una cámara para registrar lo que sucede en el taller y poder compartirlo con mi comunidad.

Son detalles que quizá no se ven a simple vista, pero que son fundamentales para poder concretar cada obra y presentarla con el cuidado y la profesionalidad que queremos.


Hay otros costos menos visibles que también impactan en la experiencia de comprar una obra de arte. ¿Cuáles son?

Todo forma parte de un todo, y cada detalle es tan importante como la obra en sí. Para mí, el vínculo con el público es central, y por eso trabajo con mi equipo para que cada persona reciba una experiencia clara, prolija y cuidada.

Hay tareas que no se ven, pero que hacen la diferencia: la facturación y la elaboración de presupuestos claros, las respuestas rápidas y personalizadas, la organización de contenidos para redes sociales, la actualización constante de la página web y el envío de newsletters. Para esto cuento con una community manager que organiza imágenes y videos para compartir con la comunidad, una fotógrafa que registra cada obra que sale del taller y una asistente que se ocupa tanto del contacto con los clientes como de coordinar toda la logística de la venta.

Además, ofrezco la posibilidad de realizar fotomontajes con distintas opciones, para que cada cliente pueda visualizar mejor cómo quedaría la obra en el espacio elegido antes de tomar la decisión final.

Y finalmente, mi compromiso llega hasta la puerta de cada hogar: enviamos obras a todo el mundo y, dependiendo del destino, elegimos con cuidado el correo más adecuado para que cada pieza viaje segura y llegue en perfectas condiciones, tal como fue pensada y creada en el taller.


¿Cuánto se invierte en capacitación como artista?

La formación es una parte esencial de la carrera de cualquier artista. No se trata solo de aprender técnicas, sino de estar en constante búsqueda, compartir experiencias y abrir nuevas miradas. Eso implica hacer talleres, viajar a ferias, tomar cursos y seguir aprendiendo siempre.

En mi caso, invierto muchísimo. Me considero una “alumna de por vida”: me gusta aprender y sentirme acompañada en mi proceso. Participo en clínicas de obra donde me encuentro con otros artistas y analizamos la evolución de nuestros trabajos; tomo capacitaciones técnicas y específicas, como manejo del color o acuarela; también formación financiera y administrativa, porque sostener un trabajo organizado y sustentable es tan importante como lo creativo.

Además, realizo clínicas de texto, que me ayudan desde la redacción de postulaciones a concursos hasta la creación de títulos y memorias descriptivas. Todo esto me permite poner en palabras lo que mis obras buscan transmitir, y enriquecer así el diálogo con el público.

En definitiva, invierto también mucho tiempo: no solo pinto en el taller, sino que dedico horas a capacitaciones que, aunque demandantes, nutren profundamente el trabajo que realizo allí.


¿Cómo conviven la artista y la asesora en tu proceso creativo y comercial?

Vengo de la escenografía, un ámbito donde se trabaja en equipo para dar vida a una obra de teatro, danza o música. Esa experiencia me dio muchas herramientas y me enseñó a disfrutar tanto del proceso creativo como del diálogo con los demás. Por eso me siento muy cómoda en la charla con cada cliente: me entusiasma escucharlo, pensar juntos el proyecto y acompañarlo en todo el recorrido.

Creo que cuando la comunicación es clara y prolija, el cliente se siente seguro de la inversión que está haciendo. Disfruto profundamente pintar, pero me emociona aún más saber que esa creación va a ocupar un lugar en la vida de otra persona: que estará colgada en su hogar, oficina o lugar de trabajo, siendo parte de su día a día. Esa conexión me llena el alma.

Al mismo tiempo, entiendo que de nada sirve pintar si la obra no circula, si no llega a otros. Ahí es donde conviven y se retroalimentan mis dos facetas: la artista y la asesora. A veces una me exige más energía que la otra, pero busco siempre el equilibrio. Porque solo cuidando ambos aspectos logro que mi voz creativa siga creciendo, sin descuidar lo económico, y que mi arte pueda seguir conectando con los demás.


¿Cuánto tiempo te llevó profesionalizarte en este sentido?

Me cuesta ponerlo en una cantidad de años porque siento que es un proceso en construcción constante. Desde que inicié tuve claro que quería recorrer este camino de manera profesional, y cada paso que doy forma parte de ese crecimiento.

Cuando detecto una falencia en el negocio, busco capacitarme y mejorar: ya sea en ventas, en el envío de presupuestos, en la comunicación con el cliente o en la organización de los procesos internos del taller. Al mismo tiempo, también me ocupo de seguir fortaleciendo mi voz creativa, mi imagen y la calidad de lo que sale del taller.

Creo que profesionalizarse no es un punto de llegada, sino un recorrido que se va afinando con el tiempo, con la experiencia y con la decisión de aprender siempre un poco más.


¿Qué pequeñas prácticas del día a día creés que marcan la diferencia a la hora de vender una obra?

Para mí, la organización es la clave del éxito. Planifico la semana dividiéndola entre días de taller y días de computadora, y trato de respetar un horario de entrada y salida como si fuera cualquier otro trabajo. También bloqueo la agenda para enfocarme en lo que está relacionado con el arte y evito dispersarme en tareas menores que consumen tiempo pero no son prioritarias.

Organizo mis jornadas por bloques y establezco procesos claros que me ayudan a optimizar tiempos. Eso me permite dedicar la mayor cantidad de horas posibles a lo que más importa: crear.

Y crear no sucede solo en el taller. También pinto con mis ojos cuando salgo a caminar, cuando me detengo a mirar un atardecer o cuando una liebre se cruza de noche en el camino. Me nutro de lo que me rodea para transformarlo, con mi propia mirada, en obra. Esa práctica cotidiana de observar y registrar es tan importante como el orden y la disciplina: es lo que le da alma a cada cuadro.

Esa conexión íntima con el paisaje y los animales de la pampa es desarrollada con más detalle en la entrevista publicada por Tentáculo Contemporáneo.


¿Cómo sigue tu agenda de exhibiciones?

Actualmente, estoy con una muestra individual, “Lo que aprendí del campo”, en MIA, Museo Internacional de Arte de Venado Tuerto, Santa Fe, del 4 de septiembre al 11 de octubre de 2025. Además, voy a estar participando en ART 3F en Mónaco del 19 al 21 de septiembre y en Art MUC en Múnich del 10 al 12 de octubre, de la mano de la Galería Gaudí (Madrid).Estoy muy contenta de seguir expandiendo mi arte, de poder llegar cada vez a más gente y de sentir cómo se va plasmando el resultado de todo el trabajo realizado en estos años.

Más información sobre su trayectoria y próximos proyectos puede encontrarse en su web oficial. https://acromaticarevista.com/mariana-berardi-ser-artista-es-una-actividad-profesional/

 
 
 

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